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sábado, 4 de enero de 2014

15. EL USO DE JOYAS EN LA BIBLIA

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¿Prohíbe La Biblia El Uso De Joyas, Adornos y Maquillaje?

EL PUNTO DE VISTA BÍBLICO 

 “A las mujeres les encanta demostrar su individualidad, sentirse arregladas, realzar su aspecto [...]. En mi opinión, eso revela respeto por uno mismo y por las personas con quienes uno se relaciona”. En efecto, nadie duda de que desde tiempos inmemoriales, la mujer se arregla para expresar su feminidad, mejorar su apariencia y afianzar hasta cierto grado la confianza en sí misma.
Con todo, en el nombre de la religión, ha habido quienes han criticado que las mujeres se embellezcan. En el siglo III de nuestra era, Tertuliano escribió que “la señora [...] devota, ha de tener [...] belleza natural” y que “si fuere hermosa”, “no [debería] aliñarse” —esto es, arreglarse—, sino “ocultarse y esconderse”. Con respecto a las mujeres que se aplican cosméticos, dijo: “Las que ungen su piel con pomadas, colorean sus mejillas de rojo y untan de negro sus ojos, pecan contra Dios”. Además, a los “ornamentos” de oro y plata los calificó de “delicias” empleadas como armas de seducción. En la actualidad, todavía son muchos los que no ven con buenos ojos que la mujer se arregle. Algunas religiones incluso han llegado a prohibir a las feligresas que usen joyas, maquillaje o ropas coloridas. Así pues, ¿debe la mujer cristiana ocultar su belleza, o puede tratar de realzar su aspecto? Cómo lo ve Dios?
La Biblia no da muchos detalles sobre el uso de joyas y cosméticos. Sin embargo, en ella se encuentran suficientes indicios de que Dios no condena ni estas ni otras formas de acicalamiento.
Por ejemplo, al describir el modo en que había mostrado favor a Jerusalén, Dios habló de esta ciudad como si se tratara de una mujer a la que decía: “Y pasé a engalanarte con adornos [...], y te hiciste muy, muy bella” (Ezequiel 16:11-13). Tales adornos —que tenían un sentido simbólico— incluían brazaletes, un collar y zarcillos, o pendientes. Las Escrituras también asemejan las joyas personales de oro a un “censurador sabio”, cuyas palabras escucha el oído dispuesto (Proverbios 25:1, 12). Si en la Biblia se hacen estas comparaciones positivas, parece lógico suponer que Dios no desaprueba que las mujeres realcen su apariencia con objetos hermosos.
Las mujeres tienden a adornarse
Hay ciertos pasajes bíblicos que abordan directamente el tema del embellecimiento femenino. El apóstol Pablo escribió: “Deseo que las mujeres se adornen en vestido bien arreglado”. Cuando lo hacen “con modestia y buen juicio”, demuestran reverencia a Dios (1 Timoteo 2:9, 10). Este tipo de belleza modesta en las cristianas habla bien de las enseñanzas divinas y de la congregación.
Alguna gente objeta que, según esos mismos versículos, el adorno no debe ser “con estilos de cabellos trenzados y oro o perlas o traje muy costoso, sino como es propio de mujeres que profesan reverenciar a Dios, a saber, mediante buenas obras”. ¿Implican estas palabras que las mujeres no deben arreglarse el pelo ni llevar joyas?
No, en absoluto, pues la Biblia habla favorablemente de los adornos. Pablo no estaba prohibiendo el uso de ciertas alhajas; más bien, estaba animando a las mujeres a preocuparse por embellecerse principalmente con cualidades cristianas y buenas obras.
 Los motivos importan
El apóstol Pablo escribió: “Ya no andemos juzgándonos unos a otros, sino más bien hagan que esto sea su decisión: el no poner delante de un hermano tropiezo ni causa para dar un traspié” (Romanos 14:13). ¿De qué modo influye este consejo en la forma de acicalarnos?
En primer lugar, Pablo nos pide que “no andemos juzgándonos unos a otros”. Debemos procurar “no poner delante de un hermano tropiezo”. Las normas de lo que es aceptable varían de un país a otro y de una cultura a otra. Así pues, lo que aquí y ahora está bien puede estar mal en otro tiempo y lugar. No deberíamos hacer tropezar ni ofender a nadie adornándonos con artículos que la cultura en la que vivimos relaciona con un estilo de vida censurable. Las mujeres piadosas deberían preguntarse: “¿Qué opina la comunidad de lo que me pongo? ¿Hace que los hermanos de la congregación se sientan incómodos, sorprendidos o avergonzados?”. Aun cuando tenga derecho a vestirse y arreglarse de cierta forma, la cristiana renunciará a ese derecho si su estilo resulta ofensivo (1 Corintios 10:23, 24).
Además, concentrarse demasiado en la apariencia puede llevar a desarrollar una actitud poco apropiada. En muchos países hay mujeres que recurren al arreglo personal insinuante y falto de modestia para llamar la atención sobre sí mismas. Las cristianas, en contraste, evitan ese mal uso y tratan de demostrar juicio sano y castidad en estas cuestiones personales “para que no se hable injuriosamente de la palabra de Dios” (Tito 2:4, 5).
Las mujeres piadosas comprenden que, sin importar cómo y cuánto escojan adornarse externamente, la verdadera belleza está en “la persona secreta del corazón”, que se manifiesta en su actitud y conducta (1 Pedro 3:3, 4). La mujer que es prudente en su manera de vestir, así como en el uso de cosméticos y joyas, no solo se gana el respeto de otros, sino que también honra a su Creador.
Atavíos En La Mujer
Vamos a analizar a la luz de las Sagradas Escrituras los textos que se suelen utilizar para prohibir el que las mujeres cristianas usen adornos externos, como aretes, collares, entre otros; y luego revisaremos los textos que hablen sobre el vestido de una mujer cristiana.
- “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad” (1 Tim. 2:9-10). En este texto el apóstol Pablo da instrucciones acerca de algunas cosas que deben caracterizar a la mujer cristiana: En primer lugar habla acerca de cómo deben vestir, pues hay una forma de vestir piadosa y hay una forma de vestir pagana, y en segundo lugar presenta un contraste entre la forma incorrecta de vestir y el mejor vestido que ellas deben lucir. Aunque la Biblia no manda que las mujeres cristianas se uniformen, o vistan con ropa anticuada, o sean descuidadas en su presentación personal, no obstante, contiene muchos mandatos respecto a cuál debe ser la prioridad de la mujer en torno al asunto de la belleza.
Obviamente las instrucciones contenidas en el capítulo 2 de primera a Timoteo están relacionadas con el culto en la iglesia. En los primeros versículos instruye respecto al contenido de las oraciones, quiénes deben dirigir las oraciones en el culto, el carácter de las personas que oran y en la última parte de este capítulo regula el papel de las mujeres en el culto. De manera que el apóstol, en los versos 9 al 10, continúa dando instrucciones sobre cómo las mujeres deben vestirse para participar en el culto de adoración. Aunque, este es un principio que tiene implicaciones para la vida diaria.
Pablo dice que cuando las mujeres acudan al culto de adoración deben ataviarse de ropa decorosa. En el idioma original, el griego coiné, dice textualmente “que las mujeres se adornen con traje adornado”. El apóstol no condena el deseo de las mujeres en vestirse con buen gusto, pero si les dice que si el vestido ha de ser adornado realmente, entonces debe expresar modestia y pudor. Ahora, ¿cómo es vestir con modestia? Modestia significa que hay un sentido de vergüenza, que hay un temor en traspasar los límites de la decencia. Que la mujer cristiana escogerá como su vestido, no lo más vulgar que exista en la sociedad donde se desenvuelve, sino lo más decente. ¿Cómo es vestir con pudor? El pudor o el buen juicio a la hora de vestir significan que la mujer, a la hora de escoger su ropa lo hará basada en la pureza mental que debe caracterizar al cristiano. Pablo da esta instrucción porque cada generación y cada sociedad tienen sus propias corrupciones, y una de ellas siempre está relacionada con el vestido de la mujer.
Ya hemos aprendido que Dios hizo a las mujeres de un material más fino que el del hombre, y les dio el don de la belleza. Pero las mujeres, y la sociedad en general, promueven la degradación de lo que debió ser puro. Siempre ha existido la tendencia a que las mujeres, no todas obviamente, busquen vestir de manera tal que se resalten las líneas de su cuerpo y aquellas partes que son de gran atractivo para los hombres. Pareciera que la única manera de conquistar a un hombre, fuese mostrando aquellas partes físicas que despiertan el deseo de los mismos. Pero, cuando una mujer busca atraer a los hombres mostrando partes de su cuerpo, al usar vestidos muy escotados o ajustados, lo que está diciendo en el fondo es que no tiene nada más que dar. Que no esperen de ella ningún otro atractivo, pues, es hueca. La sociedad de nuestro tiempo está promoviendo que las mujeres vistan como prostitutas. Las rameras acostumbraban a vestir de una manera extravagante ya que así les indicaban a los hombres que ellas estaban dispuestas a satisfacer sus bajas pasiones a cambio de dinero. Hoy día es difícil diferenciar entre una mujer ramera y otra que no lo es, porque ambas, prácticamente, visten de la misma manera.
Pero la mujer cristiana, siendo que ha sido renacida, y ahora el Espíritu de Dios habita en ella, refleja la santidad de Dios en la forma como ella se viste. Ella quiere agradar a Dios en la forma como viste diariamente y también en el vestido que usa para ir a la iglesia.   “Al vestirse para ir a la iglesia las mujeres deben poner en práctica el sentido común. Deben vestirse con un atavío sensato. No deben tratar de exhibirse,  usando ropa llamativa como para que las demás sientan envidia de ellas. Debieran adornarse, sin duda. No tienen que resistirse a la moda, salvo que una moda específica sea inmoral o indecente. No deben tener un aspecto pasado de moda, estrafalario, o excéntrico. Deben recordar siempre que a veces el corazón orgulloso se esconde tras una máscara de pretendida modestia. Esto también es pecado. Hay que evitar cuidadosamente los extremos. Eso es lo que implica el buen juicio. El vestido debe expresar la modestia interior y la sana perspectiva de la vida, la perspectiva cristiana.”[1].
Ahora, la mujer cristiana debe vestirse con ropa decorosa, pero como ya se ha dicho, su vestir debe estar regulado por la modestia y el pudor; esto significa que no se adornará con “peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos”. ¿A qué se refiere Pablo con peinado ostentoso, al oro y a las perlas? Con el fin de no llegar a conclusiones erradas, debemos averiguar en qué consistían estos peinados ostentosos en el tiempo de Pablo. Es bien sabido que en la cultura greco-romana del tiempo de la Iglesia primitiva, era costumbre que las mujeres adineradas hicieran gala de toda clase de extravagancias en la forma de vestir, y en la forma de peinarse. La palabra griega usada por Pablo para peinados ostentosos, significa literalmente trencillas. Estas mujeres vanidosas se hacían unas trencillas, las cuales se sostenían con “peines de carey enjoyados, o por medio de broches de marfil o plata. O eran alfileres de bronce con sus cabezas enjoyadas, mientras más variados y caros, mejor. Las cabezas de los alfileres con frecuencia eran imágenes en miniatura (un animal, una mano humana, un ídolo, la figura femenina, etc.). En aquellos días, las trencillas con frecuencia costaban una fortuna”[2]. De manera que el apóstol está advirtiendo a las mujeres cristianas, de que en su deseo de verse hermosas y adornadas, no caigan en estas extravagancias.
El apóstol no está prohibiendo que la mujer se arregle conforme corresponde a la belleza femenina, pero si le advierte que no debe caer en la simplicidad de la vanidad. La mujer cristiana no debe tratar de exhibirse a través del uso vanidoso y excesivo de ornamentos de oro, ni perlas, ni vestidos costosos. Vestir así no solo requiere la inversión de mucho dinero, el cual se puede invertir en asuntos más relevantes, sino que se convierte en un exhibicionismo vano; exhibicionismo que no se corresponde con el espíritu humilde que debe caracterizar a la mujer cristiana. Exhibicionismo que nada tiene que ver con el culto de adoración a Dios, en el cual humillamos nuestro corazón para adorar en espíritu y en verdad al Salvador. Ahora, vuelvo a insistir que el apóstol no está prohibiendo de manera total que la mujer use joyas, pero si les recomienda no caer en la extravagancia, sino adornarse con sobriedad, sin la ostentación y el exhibicionismo. Aunque la mujer cristiana puede adornarse sobriamente con adornos externos, no obstante, el mejor adorno, la mejor belleza, el mejor vestido y las mejores perlas que le debe caracterizar son “las buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad”. Las buenas obras son el fruto que el Espíritu Santo produce en el creyente. La mujer cristiana profesa con sus labios temer a Dios, en consecuencia, su conducta debe ser como el de las mujeres piadosas que encontramos en la historia bíblica, las cuales glorificaban a Dios siempre haciendo el bien. La mujer virtuosa, que es alabada por su marido, y por todos, y que recibe el reconocimiento de Dios, es aquella que “alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso” (Prov. 31:20). La mujer cuya hermosura sobrepasa a lo meramente externo es aquella que siempre hace el bien: “Muchas mujeres hicieron el bien, más tu sobrepasas a todas” (Prov. 31:29). El apóstol Pedro nos ayuda a aclarar el sentido del mandato de Pablo, cuando dice: “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; como Sara obedecía a Abraham, llamándole Señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza” (1 P. 3:3-6). Aquí encontramos un contraste. El apóstol compara el valor que tienen los adornos externos frente al valor
del adorno interno. Obviamente, el adorno interno, del alma, es mucho más valioso que cualquier adorno de oro o perlas. Este contraste es muy parecido al que hace Pablo entre el ejercicio físico y el ejercicio para la piedad (Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. 1 Tim. 4:8). Si comparamos el valor eterno de los dos, entonces, el ejercicio físico es poco provechoso. Esto no significa que Pablo esté prohibiendo el ejercicio físico, pero si nos dice que en vez de estar muy preocupados por la figura de nuestro cuerpo o el aspecto físico, nuestra primera y constante preocupación debiera ser la salud de nuestra alma. De la misma manera, tanto Pablo como Pedro establecen una comparación entre los adornos externos y el interno. No hay una prohibición absoluta de usar adornos o maquillarse, pero si se establece el principio de que una mujer creyente deberá tener como primera prioridad el adorno espiritual. Ella, bajo la ayuda de la gracia, trabajará constantemente para crecer en las virtudes cristianas, en el amor, en la fe, y especialmente en las buenas obras, en hacer el bien. Pedro dice que el mejor adorno de la mujer cristiana es el espíritu afable y apacible. Textualmente dice: el espíritu suave y apacible. La mujer cristiana debe caracterizarse por ser amable, suave y delicada en el trato hacia los demás. Debe ser mansa y dulce. Esto es más valioso que cualquier adorno de oro. Un espíritu suave, manso y amable brilla más que las perlas, y permanece para siempre, en contraste con los peinados y vestidos lujosos, que deben ser cambiados constantemente.
Una mujer piadosa, que hace el bien y es abundante en buenas obras, que tiene un espíritu suave, manso, delicado y dulce, es de grande estima delante de Dios y delante de los hombres.
Es muy común encontrarnos con mujeres cuya apariencia externa es muy deslumbrante. Tienen una belleza exterior que brilla, y esta se acrecienta más con la ayuda del maquillaje, los vestidos lujosos y los adornos. Pero cuando tenemos la oportunidad de tratar con ellas, toda esa belleza cae al piso, al darnos cuenta que son mujeres fatuas, sin valores internos, egoístas, centradas en sí mismas, vanidosas, huecas, mal habladas.
De la misma forma como Pablo y Pedro se oponen al exceso en el uso de adornos externos, el profeta Isaías, en el Antiguo Testamento, reprendió a las mujeres del pueblo de Dios, porque mientras ellas andaban erguidas y orgullosas mostrando una belleza externa que era resaltada por el maquillaje, los vestidos costosos y muchos adornos, sus corazones estaban lejos de Dios, y por dentro, solo había la fealdad del pecado: “Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sion se ensoberbecen, y andan con cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies; por tanto, el Señor raerá la cabeza de las hijas de Sion, y Jehová descubrirá sus vergüenzas. Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas, los collares, los pendientes y los brazaletes, las cofias, los atavíos de las piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos, los anillos, y los joyeles de las narices, las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas, los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados. Y en lugar de los perfumes aromáticos vendrá hediondez; y cuerda en lugar de cinturón, y cabeza rapada en lugar de la compostura del cabello; en lugar de ropa de gala ceñimiento de cilicio, y quemadura en vez de hermosura.” (Isa. 3:16-24).
En todo el capítulo 3 el profeta Isaías reprende a Judá y a Jerusalén porque debiendo ellos obedecer la Ley del Señor, lo que hicieron fue apartarse cada uno por su camino “porque la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehová para irritar los ojos de su majestad” (Is. 3:8). En consecuencia Dios les advierte que sus juicios vendrán sobre ellos, y en vez de tener abundancia de pan y tranquilidad, recibirán lo contrario. Dentro de los grupos de personas reprochadas por su pecado, también se encuentran las mujeres, pues ellas, en vez de ser mujeres piadosas que se comportan como conviene a la santidad, se habían vuelto fatuas, orgullosas, altivas, vanidosas y sensuales.
En el verso 16 el profeta levanta dos cargos contra las mujeres del pueblo de Dios: “(A) Son altivas, pues andan con el cuello erguido, para así parecer más altas, además de mostrar con ese gesto su arrogancia y su desdén hacia otras. (B) Son lascivas, pues van guiñando el ojo, como indica el verbo hebreo, tratan de seducir a los maridos de otras con sus lujosos vestidos importados. También andaban coqueteando con un andar parecido al de las danzarinas y hacían sonar unos cascabeles sujetos a los tobillos. Así se portaban las hijas de Sión, que deberían comportarse como conviene a mujeres que profesan la piedad”[3].
Dios reprocha a las hijas de Sión porque ellas imitaban a las perversas mujeres de otras culturas, habían aprendido del mundo como conquistar a los hombres ajenos y cómo erguirse por encima de las otras mujeres. Con su forma de vestir extravagante y costoso y su forma pecaminosa de andar pusieron al descubierto lo que había en sus mentes y corazones. Su cuello alargado y altivo, moviéndose de un lado para otro como el pavo real, poniéndose ellas por encima de los demás, como si nadie fuese lo suficientemente alto como para poder entablar una conversación con tan “distinguidas damas”, o como si nadie más fuese tan digno de recibir una sonrisa de su parte, todo esto era la evidencia externa del orgullo que llevaban dentro, muy contrario al espíritu afable, dulce y humilde que debe caracterizar a la piadosa mujer cristiana. Estas mujeres del pueblo de Dios se habían pervertido tanto tras su belleza natural, que solo pensaban en cómo atraer las miradas hacia ellas. Ponían cascabeles en sus tobillos para que, a cada paso que dieran, estos sonaran y atrajeran las miradas de los demás. Cuán fatuas se habían vuelto las hijas de Sión.
Pero tanto orgullo, vanidad y arrogancia no había pasado desapercibido ante los santos y escrutadores ojos de Dios. Él castigaría tanta vanidad y arrogancia. Así que les dará a estas simples mujeres lo contrario de lo que ellas amaban. Dios hará notorio ante los demás las vergüenzas que estas mujeres quieren ocultar con sus peinados ostentosos, sus vestidos lujosos y sus adornos. Dios enviaría sus juicios sobre su pueblo y les quitaría todo lo que ellos amaban. Les quitará el pan, el agua, la tranquilidad y la libertad como nación. Y a las mujeres les quitará todo lo que ellas suelen usar para mantenerse bellas y atractivas: los perfumes, las joyas, los vestidos, los calzados. Incluso hará que sus cabellos sean rapados, y no luzcan ninguna clase de peinados. “Ellas se preocupaban demasiado del adorno exterior, pero Dios iba a castigarlas (v. 24-26), al hacer que llevasen la pena que correspondía al pecado: (v. 24), pues todo vestido lujoso se convertirá en harapos malolientes de tanto usarlo para toda clase de menesteres; y cuerda vulgar, en lugar de cinturón recamado, valioso; en vez de peinado artificioso, calvicie, es decir, cabeza rapada, como era costumbre en tiempos de duelo (v. 15:2; Jer. 16:6), o en dura esclavitud (v. Ez. 29:18); en lugar de pelo (lit.), ceñimiento de cilicio, en señal de profunda humillación, y marca de fuego (como se hacía para marcar a los esclavos) en lugar de hermosura radiante, como la de toda mujer libre, dueña de su propio atavío”[4].
De manera que cuando las hijas de Dios, visten, se adornan, caminan y actúan como las orgullosas, engreídas y coquetas hijas del diablo, entonces la ira de Dios vendrá sobre ellas. Este pasaje de Isaías no puede ser tomado como una prohibición absoluta para el uso de vestidos de gala, adornos, maquillaje o perfumes; pues, este no es el sentido del mismo, pero sí es una advertencia en contra de la falta de modestia, humildad, sencillez y suavidad que debe caracterizar a las mujeres creyentes, las cuales, dan mayor prioridad a la belleza interior, sin descuidar su arreglo personal.
La verdadera belleza de la mujer no consiste en lo externo, sino en lo interno. La mujer cristiana debe cultivar la sabiduría, el conocimiento del Señor; ella debe alimentarse diariamente de la Palabra de Dios con el fin de que pueda saber cómo actuar sabiamente frente a todas las cosas de la vida, y cuando la mujer cristiana se viste con la sabiduría, entonces esto le es más hermoso y brillante que cualquier vestido costoso o joyas deslumbrantes: “Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca. Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela y ella te engrandecerá. Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará” (Prov. 4:5, 7, 8, 9).
Cuando el autor de Proverbios 31 describe a la mujer que vale la pena, a la clase de mujer que deben buscar los hombres piadosos cuando piensan en casarse, concluye diciendo que la verdadera belleza de una mujer, no consiste en lo atractiva que sea externamente, ni en la figura esbelta de su cuerpo, ni en lo alto o erguido de su cuello, ni en ojos coquetos, ni en caminar sensual, ni en adornos de oro, ni en vestidos lujosos, sino que la verdadera belleza de una mujer consiste en temer al Señor: “Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al Señor, ésa será alabada” (v. 30). “¿Por qué no se cita la belleza en la representación de la mujer virtuosa? ¿Acaso la hermosura no es un adorno resplandeciente de su virtud? Pero en esta descripción no se menciona porque es una cualidad menor en comparación con las que se enumeran aquí. No es más que una flor que se marchita en un día; y el amor que surge gracias a ella solo es una pasión pasajera. Cuando la belleza no se endulza con la virtud, la mujer que la posee no es más que una puerca con anillo de oro en el hocico, como nos dice Salomón (cf. Pr. 11:22). En el mejor de los casos, la belleza no puede asegurar ese amor que ha despertado, porque cuando el que ama se acostumbra a ella, esta acaba aburriéndole; y a veces le tienta a maldecir esa influencia encantadora que le cegó los ojos para que no se fijara en otras cualidades más sólidas”[5].
Entonces, si la belleza externa es engañosa, ¿cómo podremos identificar a una mujer que es digna de confianza y credibilidad? “Pero la mujer que teme al Señor esa será alabada” “porque la verdadera piedad es la belleza del alma y supera a la del cutis o a la de las facciones, tanto como el Cielo es más alto que la Tierra, y la eternidad es más larga que el tiempo. (Prov. 9:10), y es la parte más esencial del carácter de la mujer virtuosa. Esto santifica todo lo demás y hace a la mujer toda radiante en su interior (cf. Sal. 45:13). Su alabanza no procede los hombres sino de Dios (cf. Ro. 2:29); sin embargo, sus efectos agradables, que se difunden por cada rincón de su comportamiento, no pueden sino despertar la admiración de todos aquellos que la contemplan”[6].
En las Sagradas Escrituras encontramos otras instrucciones respecto al vestido de la mujer creyente:
- Deuteronomio 22:5: “No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace” (Dt. 22:5). El mandato en este pasaje tiene como fin mantener las diferencias entre los dos sexos, pues, hay una tendencia pecaminosa en el ser humano a confundirlos, con el fin de cometer aberraciones sexuales. En algunas culturas paganas antiguas se celebraban ciertos ritos sexuales en los cuales las mujeres se ponían la ropa que habían usado los hombres y viceversa, esto con el fin de experimentar algún goce sexual. Esto es aberración y ofensivo ante los ojos del Santo Dios. Las mujeres y los hombres deben identificarse de manera plena como lo que son, y el vestido ayuda mucho. En nuestros tiempos post-modernos también se da la tendencia pagana y pecaminosa de confundir los sexos a través del vestido. Es muy común hoy día ver modas  “unisex”, es decir, que sirven para ambos sexos. Esto tiene como fin confundir los sexos y que la mujer abandone su feminidad y los hombres su masculinidad. Pero Dios hizo al hombre varón y a la mujer femenina, e incluso en la forma de vestir esto se debe reflejar con modestia.
Es bien sabido que en tiempos del Antiguo Testamento, cuando se dio este mandamiento, tanto los hombres como las mujeres usaban especies de faldas. El vestido de ambos consistía de dos prendas: una prenda interior llamada Kethoneth y un vestido exterior llamado simlah. Entonces ¿A qué se refería el autor con que la mujer no vista ropa de hombres? Bueno, había unas pequeñas pero notorias diferencias entre las faldas de los hombres y las faldas de las mujeres. Se sabe que las túnicas de las mujeres cubrían más el cuerpo que la de los hombres, los varones usaban las filacterias, mientras que las mujeres no.
Esto nos muestra que la Biblia no estipula una moda en particular para los hombres y una para las mujeres, pero si establece el principio de que la ropa que usen debe marcar una diferencia entre los dos sexos. Siendo que en nuestra cultura occidental, por una larga tradición, las mujeres usaban faldas y vestidos, mientras que los hombres pantalones, entonces, al menos en las reuniones formales, como los cultos en la iglesia, sería recomendable, no como un mandamiento absoluto sino como una recomendación, que las damas procuren llevar vestidos o faldas. Y si en otras ocasiones ha de usar pantalones, ya que estos serías más cómodos y prácticos, entonces estos deben tener una forma diferente a la de los hombres, no tan ajustados que algunas partes nobles del cuerpo se hagan notorias y si fuera el caso tapar las partes nobles mostrando decencia y decoro, para que no den ocasión a señalamientos en cuanto al testimonio de pureza y santidad.
Es siempre un placer ver cómo los creyentes defienden sus convicciones y tratan de agradar al Padre Celestial en todo lo posible. Esto es digno de encomio.
Esta nota no va dirigida a promover el uso de joyas de manera extravagante. Nuestra intención es simplemente advertir a los creyentes a no prohibir lo que el Todopoderoso no prohíbe; y sobre todo, a no condenar a otras personas cuando el Todopoderoso no las condena.
Como sabrá usted, hay probablemente tres o cuatro grupos de religiosos que enseñan que es pecaminoso usar joyas. (En Israel nunca se ha enseñado tal cosa.) Pero hay algo en esos grupos que parece estar directamente en contra del espíritu del Gran Maestro. He visto como han desfraternizado a una muchacha por llevar un pequeño par de zarcillos, mientras por otro lado han re-bautizado a una pareja en estado de adulterio. (Queriendo decir con esto, que no se trata de un acto pasajero de adulterio sino de una vida constante de adulterio porque el hombre le había quitado la esposa a otro, y ahora los tres asistían a la misma iglesia.) Ahora bien, ¿dónde es que está el pecado?
Sin embargo, lo que nos concierne ahora no es cuál pecado es mayor sino la pregunta de si es pecado usar joyas. Definitivamente, puedo pensar en casos en que podría considerarse un pecado: Si tengo doscientos dólares y mis hijos están pasando hambre, y en lugar de comprarles comida gasto mis doscientos dólares en joyería, eso sería un pecado contra mis hijos. Y si los habitantes de África gastan su dinero en collares de oro mientras sus hijos se mueren de hambre, como argumentan algunos, esto sería pecado. Pero este no es el caso en general, porque ellos mayormente hacen sus adornos de cosas que se encuentran en la naturaleza, y aquellos que se ven en la televisión usando joyas de oro no son los que están pasando hambre.
Pero usted dirá: "Bueno, esos que ven a otro pasar hambre mientras ellos gastan su dinero en joyas son los que pecan. Pues, si esto es así, entonces todos somos culpables de eso: muchos gastan diez o quince mil dólares en un automóvil, 70 ó 90 mil dólares en una casa, y usan ropas caras y zapatos caros, mientras otras personas viajan a pie, usan andrajos, y viven en ranchitos pobres, y no en África sino a nuestro propio alrededor.
¿Qué Es Pecado?
De manera que tenemos que ver las cosas en su justa perspectiva. Puede que sea pecado para una persona en particular el gastar su dinero en joyas si sus hijos pasan hambre. Pero esto no significa que el usar joyas sea pecaminoso en sí mismo, como no es pecaminoso comprar ropa, o adquirir una casa decente.
Como creyente en las Escrituras usted debe saber cuál es la definición divina de lo que es pecado. Las Escrituras claramente dicen que "el pecado es transgresión de la Ley", la Torah (1Juan 3:4) Pero “donde no hay ley, no hay pecado” (Rom 5: 13). (Esto independientemente al tema antes visto que ya no estamos bajo la ley Mosaica sino bajo la ley del Espíritu que nos santifica) Es decir, si algo no está prohibido por una ley no es pecado. Por ejemplo, cuando no había ley contra el casamiento entre hermanos, al principio de la raza humana, no era pecado que un hombre se casara con su hermana. Set y Caín, y muchos después de ellos, se casaron con sus hermanas. Esto era necesario. El Creador no los condenó por eso, pues no era pecado. Pero cuando el Creador vio que el matrimonio entre hermanos ya no era necesario para preservar la especie, entonces dictó una ley contra tal práctica, y ahora es un pecado que se llama "incesto."
Pero el Creador no podía dejar el asunto a merced de la interpretación particular de los hombres. Para que fuera pecado tenía que expresarse una ley especifica que lo dijera, de otra manera no podía acusar a nadie del pecado de incesto. Y así lo hizo a través de Moisés. El Emisario Shaúl (Pablo) dice claramente: “donde no hay ley no hay pecado”. Esto es, si algo no está prohibido por una ley, eso no es pecado.
No podemos ir por ahí condenando a la gente por cosas que no se clasifican en las Escrituras como pecado. Ahora bien, si usted encuentra un mandamiento en la ley de YHWH que condene expresamente el uso de joyas como pecado, muéstrenoslo. No hablo de una frase aislada que los predicadores sacan de contexto para apoyar sus ideas preconcebidas sobre lo que es pecado y sus decretos eclesiásticos de hechura humana. Estoy hablando de un “Así dice YHWH” seguido de una prohibición categórica. Si no, entonces le invito a que considere los pasajes que analizaremos a continuación.
DECLARACIÓN MAL ENTENDIDA
 "Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinados ostentosos, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos." (1 Timoteo 2:9,10)
"Vuestro atavío no sea el externo, de peinados osten­tosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón,... porque así también se ataviaban aquellas santas mujeres que esperaba en YHWH, estando sujetas a sus maridos; como Sara obedecía a Abraham, llamándolo señor." (1 Pedro 3:3-6)
Esos dos pasajes, casi idénticos, son el único caso en que aparentemente se prohíbe el uso de algún adorno. Decimos "aparentemente" porque cuando se analiza el pasaje a la luz del contexto general se puede apreciar que no hay tal prohibición en la Escritura.
Nótese que en el pasaje de Timoteo dice que “las mujeres se atavíen con modestia”.  La palabra “atavío” en las Escrituras significa, no la ropa sino los adornos y accesorios ornamentales, como veremos más adelante. Así que la idea aquí es que el adorno de los creyentes debe ser modesto, no ostentoso.
En cuanto a los peinados, el texto griego como dice es “no con trenzados de cabello”. La traducción “peinados ostentosos” de la Reina-Valera es una paráfrasis interpretativa, aunque tal vez adecuada. El principio envuelto es que las creyentes no deben usar peinados extremadamente elaborados, ni adornos muy costosos. Se condena la extravagancia y el exceso en el adorno, como también en todas las cosas.
Así también lo entienden los notables comentadores bíblicos Jamieson, Fausset y Brown, que dicen: "El adorno exterior de joyería, etc., se prohíbe en tanto y en cuanto la mujer ame esas cosas, no en tanto y en cuanto use esas cosas con un sentido apropiado y que no abuse de ellas. Bajo un atuendo costoso puede haber una mente humilde." (Comentario Bíblico, pág. 1378).
 Además, en el pasaje de Simón (Pedro) hay dos elementos que los intérpretes ultra-conservadores no han tomado en cuenta. Primero, la intencionalidad de la declaración, y segundo, el  ejemplo presentado en el pasaje. Uno se desprende del otro. Es decir, por el ejemplo que se cita se puede determinar la intención del pasaje. Veamos:
EI pasaje recalca: "Vuestro atavío no sea el externo" (v. 3), "sino el interno" v. 4), "porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en YHWH" (v. 5). La Pregunta es: ¿Cuáles "santas mujeres"? Claramente se menciona a Sarah por nombre, pero dice "mujeres." Es obvio entonces que Rebekah y Rakel están incluidas en esas "santas mujeres, " esposas de los más importantes patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob.
La otra pregunta es: ¿Usaban joyas aquellas santas mujeres de la antigüedad? También las Escrituras nos hablan de los "santos hombres" de la antigüedad. ¿Usaban ellos joyas? Y si las usaban, ¿tenían la aprobación del Todopoderoso YHWH? Si usted actúa sólo con base en prejuicios ni siquiera querrá ver la evidencia; pero si su mente está abierta a la verdad, considerará con aprecio la evidencia aquí presentada. Veremos cuál era a costumbre de los santos de antaño en cuanto al uso de joyas, y cómo YHWH veía esto.
LAS JOYAS DE ABRAHAM
"1 Era Abraham ya viejo...y YHWH había ben­decido a Abraham en todo. 2 Y dijo Abraham a un criado suyo:...4 ‘Irás a mi tierra y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo Isaac’ ... 10 Y el criado tomó diez camellos de los camellos de su amo, y se fue, tomando toda clase de regalos escogidos de su amo... Llegó a Mesopotamia, a la ciudad de Nacor. .. .15 Y antes de que acabara de hablar, he aquí Rebeca... salía con su cántaro sobre su hombro... 22 Y cuando los camellos acabaron de beber, le dio el hombre un pendiente de oro que pesaba medio siclo, y dos brazaletes que pesaban diez. ... 47 Y ella respondió: 'Soy hija de Betuel'... Entonces le puso un pendiente en su nariz, y brazaletes en sus brazos. ...53 Y sacó el criado alhajas de plata y alhajas de oro, y vestidos, y dio a Rebeca." (Génesis 24:1,2,4,10,15,22,47,53)
Aquí tenemos a cuatro de los santos de la antigüedad: Abraham, tipo del Padre-Rey que hace la fiesta de bodas de su hijo (Mat. 2:2; In.6:44); (2) el siervo, tipo del Espíritu de santidad en su obra de enriquecer a la Novia con los dones del Novio(Gál. 5:22; lCor. 12:7-11),y que trae a la Novia al encuentro del Novio (He. 13:4; 16:6,7; Rom. 8: 11; 1Tes.4: 14-1 ; (3) Rebekah, tipo de la Congregación, la Virgen llamada a ser desposada con el Mesías (2Cor. 11:2; Efe. 5:25-32 ; (4) e Isaak, el Novio a quien "no habiendo visto" la novia lo ama a base del testimonio del Siervo (lPed. 1:8) y que sale a recibir a su Novia (lTes. 4: 14-16). Ahora nótese el drama que se desarrolla:
Abraham, el padre de la fe, había sido bendecido por YHWH con toda clase de riquezas, incluso abundancia de joyas y alhajas (v. 1), envía su siervo con toda clase de regalos escogidos de su amo (v. 10). El siervo encuentra a Rebekah, sobrina de Abraham y prima de Isaak (v. 15), y le entrega los regalos que le envía el amo Abraham, le pone un pendiente en la nariz y varios brazaletes en los brazos, además de otras clases de alhajas y vestidos (vs. 22, 47, 53). Para ese tiempo ya Sarah había muerto, así que es apropiado deducir que parte de aquel cargamento de joyas y alhajas hubieran pertenecido a la difunta Sarah. No olvide que Rebeka es un tipo de la Congregación de YHWH, y sin embargo se la presenta aquí adornada con joyas para recibir a su esposo.
LAS PRENDAS DE JOSE
 "Entonces el Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello”.  (Génesis 41:42).
Aquí tenemos al gran patriarca José, ejemplo de abstinencia y fe, instrumento de YHWH para salvar  a su pueblo del hambre, modelo de honestidad, y castidad, ciertamente uno de los santos hombres cuya conducta haremos bien en imitar, mencionado en Hebreos 11:22 como uno de los campeones de la fe. Y sin embargo, cuando el Faraón de Egipto premió a José le puso un anillo en la mano y un collar de oro en el cuello, además de ropas lujosas. ¿Estaba José pecando al llevar aquellas prendas y adornos? Es evidente por las Escrituras que no estaba pecando (pues no hay nada malo en usar esas cosas, como veremos más claramente después) porque José estuvo entre aquéllos que “alcanzaron buen testimonio” (Heb. 11:39).
Y recuerde que José no era un esclavo en Egipto. De hecho, era un gran personaje que disfrutaba de la plena confianza del Faraón. De manera que de ningún modo se puede decir que José fue forzado a usar esas joyas. Si hubiera algún pecado en ello, él las habría rehusado, como rehusó Daniel más tarde seguir la dieta del rey Nabucodonosor. Daniel era un prisionero en Babilonia, y sin embargo se negó a seguir las órdenes del rey en cuanto a su dieta. Y más tarde sus tres amigos hebreos se negaron a adorar una imagen de metal. Pero José no rehusó las joyas de oro que le obsequió el Faraón de Egipto simplemente porque esto no se consideraba pecaminoso en Israel, y nunca se ha considerado así.

YHWH REGALA JOYAS
"Pedirá cada mujer a su vecina y su huéspeda alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas" (Éxodo 3:22)
Este pasaje es fundamental para el entendimiento de nuestro tema, porque es la palabra de YHWH la que le ordena a Moisés que instruya al pueblo de Israel para que al salir de Egipto pidan a los egipcios ropa y toda clase de joyas y alhajas, y que se las pongan a sus hijos. Esto está claro y sencillo: Si YHWH mismo manda a sus siervos a ponerse joyas, ¿quién es el que lo Puede acusar de hacer mal? ¿Cómo es posible que YHWH mande a su pueblo a ponerse joyas si esto fuera malo? YHWH no hace lo malo, y si él hizo esto es porque es correcto hacerlo.
Algunos argumentan que los israelitas se pusieron aquellas joyas para que no se les perdieran en el viaje. Pero si así fuera habría sido más fácil y seguro guardarlas en sus valijas, donde guardaron el resto de su botín, copas y vasijas de oro. Los escritores bíblicos, y los historiadores seculares, testifican que en Israel nunca se prohibió el uso de joyas, ni por YHWH ni por los profetas. Siempre ha sido costumbre entre la gente de Israel el usar joyas.
Ahora, como no es fácil olvidar las tradiciones de los hombres que hemos aprendido, algunos echan mano de un último recurso: argumentan que en la versión Reina-Valera antigua dice aquí “vasos” y no “alhajas”. Naturalmente se pregunta uno cómo era que los israelitas iban a poner “vasos” de oro y plata en las orejas y cuellos de sus hijos.
Pero hay otra consideración aún más importante: la palabra que Reina- Valera antigua traduce por “'vasos”, en la revisión del 1960 se cambió a "alhajas." ¿Por qué? Porque los traductores reconocen que la traducción correcta es "alhajas" y no "vasos”
Lo que algunos argumentan es que aquí lo que YHWH mandó a pedir fueron vasos de oro y plata, y no alhajas, y que por lo tanto, las alhajas que los israelitas se quitaron después ya las tenían antes de salir de Egipto, así que YHWH nunca le mandó ponerse alhajas. ¿Pasará este argumento la prueba de la Escritura?
Cotejamos la palabra en cuestión con el Texto Hebreo y los diccionarios hebreos y encontramos lo siguiente. La palabra en discusión es en hebreo kely. La Concordancia de
Strong nos informa que se puede traducir de varias maneras: "algo elaborado.. . implemento, utensilio.. joya." Lo interesante del caso es que hay por lo menos tres pasajes en los que la misma palabra kely se traduce en la Reina-Valera antigua como joyas y alhajas.
Pero todavía, los que piensan que uno peca por ponerse en el cuerpo un pedacito de metal ornamental pudieran argumentar que aquella gente no tenía esas joyas en sus cuerpos sino en sus tesoros. Véase entonces dónde era que tenían aquellas joyas, lea Éxodo 32: 2,3 a ver si  no tenían los zarcillos en las orejas.
Se dice también que la razón por la que YHWH le permitió al pueblo de Israel usar joyas era porque ellos ya estaban acostumbrados al estilo de vida "pagano" de Egipto, y por eso él los toleró por algún tiempo.
Pero en primer lugar, no se confunda, no fue que YHWH les permitió ponerse joyas fue que, YHWH les mandó que se las pusieran, ¡ellos no tenían ninguna! Eran esclavos desposeídos y pobres. La teoría de que ellos tenían joyas antes de la salida se prueba errónea por el análisis que ya hemos hecho de la palabra kely y, además, lógicamente es por completo improbable que los israelitas tuvieran un caudal tan grande de joyas cuando eran simples esclavos oprimidos y privados de toda libertad. La verdad clara y sencilla es que YHWH les mandó despojar a los egipcios de sus joyas y les ordenó que se las pusieran ellos mismos como recompensa por la privación a la que estuvieron sometidos por tantos años. Y ahora surge la pregunta: Después que YHWH sacó a su pueblo escogido de Egipto, y lo consagró para ser su pueblo, y le dio toda clase de leyes para que rigieran su conducta, ¿les dio alguna ley que prohibiera el uso de joyas y alhajas? Una prohibición así habría sido lo lógico si las joyas fueran pecaminosas y si él quería purificar a su pueblo y así no usarlas más. Pero no; no le dio ni una sola ley que prohibiera el uso de joyas. Después del Sinaí, Israel siguió usando las joyas y alhajas que le habían quedado y que le habia regalado YHWH mismo. ¿Acaso uno le regala algo a alguien para luego quitárselo aduciendo que es pecaminoso? No YHWH.


DONACIONES VOLUNTARIAS
Vinieron así hombres como mujeres, todos los voluntarios de corazón, y trajeron cadenas y zarcillos, anillos y brazaletes y toda clase de joyas de oro; y todos presentaban una ofrenda de oro a YHWH. " (Éxodo 35:22)
Nótese bien que aun en la versión Reina-Valera antigua se traduce aquí "cadenas y zarcillos, sortijas y brazaletes, y toda joya [kely] de oro."

Cuando se iba a construir el Santuario, los israelitas empezaron a traer sus joyas personales de oro y plata como ofrendas para YHWH. Note que YHWH no los obligó a deshacerse de sus alhajas. La orden era: "Tomad de entre vosotros ofrenda para YHWH; de todo generoso de corazón la traeréis." Y la respuesta fue: "Y vino todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad (vs. 5,21).

De manera que ellos donaron sus joyas para el Santuario voluntariamente y no por obligación. Tan es así que, cuando los constructores vieron que tenían suficiente ma­terial hicieron que Moisés le impidiera al pueblo traer más. La pregunta es: Si el propósito de YHWH en permitir que los israelitas salieran de Egipto llenos de joyas era para después quitárselas y construir el Santuario, ¿por qué no se las quitó todas para despojarlos totalmente? En primer lugar, no les quitó ninguna joya en absoluto, porque ellos las dieron voluntariamente. En segundo lugar, cuando hubo suficiente para la construcción, el pueblo se quedó con el resto del cargamento de joyas, muchas de las cuales habían "puesto sobre sus hijos" (Éxo. 36:7-11).

Se aduce el pasaje de Éxodo 33:2 en adelante como prueba de que fue malo que Israel tuviera aquellas joyas porque las usaron más tarde para hacer un ídolo de oro. Pero el pasaje no dice que ellos pecaron por llevar las joyas. De hecho YHWH mismo se lo había ordenado. El problema fue que ellos usaron esta bendición de YHWH para hacer un becerro de oro y adorarlo. Moisés dijo: "Este pueblo ha cometido un gran pecado" (32:31). ¿Y cuál fue ese pecado? "Se han hecho una deidad de oro." Este fue el pecado, la idolatría. Si el llevar las joyas hubiera sido el pecado entonces YHWH mismo los habría incitado a pecar porque él les mandó ponerse las joyas. Pero él les había prohibido hacer ídolos y adorarlos, y ese fue el pecado en este caso. Así que fue por este pecado que YHWH les quitó la bendición del oro que él mismo les había dado. ¿No lo ve? EI quitarles las joyas fue un castigo por su idolatría. Ahora bien, uno no castiga a nadie por medio de quitarle algo que es malo sino por medio de quitarle algo que es bueno. De modo que este caso no puede citarse legítimamente para decir que YHWH prohibió el uso de joyería. Este no sería a un uso adecuado de las Escrituras.


JOYAS PARA EXPIACION
Por lo cual hemos ofrecido a YHWH ofrenda, cada uno de lo que ha hallado, alhajas  de oro, brazaletes, manillas, anillos, zarcillos y cadenas, para hacer expiación por nuestras almas delante de YHWH." (Números 31 :50)
Aquí la versión Reina-Valera antigua traduce la palabra keIy de dos maneras: primero como"vasos" y luego como "alhajas". En este caso se trata obviamente de alhajas que los israelitas tomaron como botín de Madián. ¿Y qué hicieron con todas aquellas alhajas de oro, brazaletes, manillas, anillos, zarcillos y cadenas? Nos dice el registro sagrado que las ofrecieron a YHWH “para hacer expiación por sus almas delante de YHWH” (¡Qué interesante!)
Tomaréis luego el Arca de YHWH, y la pondréis sobre el carro, y las joyas de oro que le habéis de pagar en ofrenda por la culpa, las pondréis en una caja al lado de ella..." (1 de Samuel 6:8, 15)
Aquí también la versión Reina-Valera antigua traduce la palabra kely como alhajas; y otra vez se dice que dieron alhajas para hacer expiación por la culpa.

LAS JOYAS DE LA NOVIA SIMBOLO DE ISRAEL
Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, tu cuello entre los collares. Zarcillos de oro te haremos, tachonados de plata." (Cantares 1: 10,11)
Prácticamente todos los comentadores bíblicos creen que el Cantar de los Cantares es el poema del Mesías y la Congregación. El Novio representa al Mesías, y la Novia representa a su Congregación. Y fíjese cómo en este pasaje se describe con aprobación a la Novia como "hermosa" con pendientes, collares, zarcillos”. No se dice que esta "pecaminosa" sino "hermosa."

Alguien podría argumentar: "Pero lo que sucede es que Salomón usa ese lenguaje porque es un hombre corrupto, acostumbrado al trato con muchas mujeres." Pero un comentario bíblico conservador (ASD) descarta esa interpretación al decir:

'Asumiendo que el cantar de Salomón es una unidad y que el matrimonio que celebra es el de Salomón,  parecería así que él escribió el Cantar en los días de su juventud. Se describe a la Novia como una campesina sulamita. ... Este tipo de relación haría de esta historia del matrimonio de Salomón una ilustración más apropiada de la relación entre [el Mesías] y la iglesia”. (Tomo 3: página 1110)

Así que, otra vez, a una mujer que es símbolo de la Congregación se la describe como usando joyas.


UN REGALO DE YHWH PARA SU PUEBLO
...9 Te lavé con agua, y lavé tus sangres de encima de ti, y te ungí con aceite; 10 y te vestí de bordado, te calcé de tejon, te ceñí de lino y te cubrí de seda. 11 Te atavié con adornos, y puse brazaletes en tus brazos y collar a tu cuello. 12 Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza. 13 Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado..

" 17 Tomaste asimismo tus hermosas alhajas de oro y de plata que yo te había dado, y te hiciste imágenes de hombre y fornicaste con ellas." (Ezequiel 16: 1-19)
Este pasaje debe leerse en su totalidad para apreciar la fuerza de su lenguaje. Aquí nuevamente se utiliza a una mujer como símbolo de la Congregación, la esposa espiritual de YHWH. Nótese bien cómo se habla de las joyas como un regalo de YHWH para su pueblo; y se mencionan brazaletes, collares, joyas, zarcillos, diademas de oro y plata (vs. 11,12) Y se los llama "hermosas alhajas que yo te había dado" (v. 17). Un detalle interesante que comentaremos más adelante es que la diadema se presenta aquí como una bella alhaja ornamen­tal; y recuerde que la mujer de Revelación (Apocalipsis) 12 tiene también una diadema en la cabeza). Todo esto concuerda con Isaías 61:10, donde se muestra que las novias israelitas se adornaban profusamente con joyas, y esto con la aproba­ción de YHWH.

Preguntan algunos: "¿No debemos ser diferentes de los paganos?" Si, debemos. Como también lo eran los israelitas en tiempos antiguos. Aun cuando usaban joyas eran el pueblo escogido, un pueblo diferente. Pero el usar o no usar joyas no es lo que hace la diferencia. La diferencia está en la adoración verdadera. No es la apariencia exterior, que puede ser engañosa, sino en lo interior del corazón, con la adoración pura en espíritu y en verdad al único Poderoso verdadero YHWH, en la observancia de sus mandamientos, sus Sábados, sus leyes sobre comidas limpias, sus días de fiesta.  ¿Tienen los paganos todo esto? ¿Verdad que no? Entonces somos diferentes en verdad.


SE CONDENA LA ARROGANCIA
16 Por cuanto las hijas de Sión se ensoberbecen, y andan con cuello erguido... 18 Aquel día quitará YHWH el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas, 19 los collares, los pendientes y los brazaletes, 20 las cofias, los atavíos de las piernas, los partidores de pelo, los pomitos de olor y los zarcillos, 21 los anillos, y los joyeles de las narices, 22 las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas, 23 los espejos, el lino fino, las gasas, los tocados. " (Isaías 3: 16-26)
Este es el pasaje que con mayor frecuencia se utiliza para "demostrar" que es pecado usar joyas. Se dice que aquí YHWH reprende a las mujeres de Sión por usar joyas.

Enseguida surge la pregunta: ¿Cómo es que YHWH manda a las mujeres israelitas a ponerse joyas en Éxodo 3 :22 y después las reprende porque usan joyas? ¿No hay algo raro aquí? ¿O es que no se están interpretando correctamente las Escrituras?

Lo que sucede es que algunos lectores no se han dado cuenta todavía de qué es lo que dice este pasaje de Isaías. Los que malinterpretan este pasaje caen en una contradicción embarazosa: Si las cosas que YHWH les iba a quitar a las mujeres de Sión eran cosas pecaminosas y prohibidas, entonces ¿cómo es que todavía las esposas de muchos de esos predicadores usan "redecillas", "partidores de pelo", "pomitos de olor [0 sea, perfumes]", "bolsas", "espejos", y "tocados [o sea, peinados y adornos en la cabeza]? Y hasta tienen "tocadores', con su espejo y todo, para peinarse y arreglarse, y hasta ponerse cosméticos en la cara, como polvo, base, y en algunos casos hasta un poco de color.

Todas estas cosas se mencionan juntas con los brazaletes, anillos y joyeles que YHWH les iba a quitar a las mujeres de Sión. ¿Qué sucede con los interpretadores de la Biblia? ¿Por qué condenan unas cosas y otras no? O todos los artículos de esa lista son malos, o ninguno es malo. Si YHWH condena esa lista de artículos, entonces los predicadores tendrían que recoger de sus feligreses los espejos, los perfumes, y las peinillas.

¿Ridículo? ¡Claro que es ridículo! Toda esa interpretación del pasaje es ridícula y contradictoria. ¿Por qué ha de ser pecaminoso un collar, y un espejo no? ¿Porque ha de ser pecado usar unos zarcillos de cuatro dólares y no es pecado llevar un reloj de 700 dólares? (Si lo que se quiere es ver la hora, los relojes de quince dólares funcionan muy bien).

¿Cuál es entonces el entendimiento correcto de este pasaje de Isaías? La clave la dan los versos 16 y 17. Lo que YHWH está diciendo es que a causa de la soberbia, el orgullo, la arrogancia, la altanería de las mujeres de Sión en el tiempo de Isaías, él les iba a quitar todos los hermosos adornos que él mismo les había dado (Eze. 16: 12, 17).

El pecado de ellas no era el uso de joyas. Su pecado era la arrogancia que había en sus corazones. Como dice un gran comentador bíblico: "Bajo un atuendo costoso puede haber una mente humilde", (como también tras un rostro sin adornos puede haber un corazón arrogante y corrupto).

Daniel fue uno de los santos que no se "contaminaron" con las costumbres de Babilonia, y sin embargo, aun en su vejez, usaba un collar de oro (Dan. 5:29).


NUEVO ARGUMENTO
Algunas personas, después de ver la evidencia bíblica de que el pueblo de YHWH siempre usó joyas y YHWH no los condenó por eso, presentan el siguiente argumento:
Está bien que en los tiempos del Antiguo Testamento se hablaba de las joyas como de algo bueno en sí mismo, pero esto se debe a que aquellos eran tiempos de tolerancia. Pero una vez llegado el Nuevo Testamento se prohibió el uso de joyas, y se habla de ellas como algo malo."
¿Quiere usted ver la evidencia de que esto no es así? En la parábola del hijo pródigo, el padre representa a YHWH, y el hijo que se va del hogar representa al pecador desheredado que se arrepiente y vuelve al Padre (Lucas 15:11-24). Note que cuando el hijo regresa al hogar el padre manda, entre otras cosas, que le pongan un anillo en la mano (v. 22). Si el Maestro desarrolla esa parábola para ilustrar el trato de YHWH con sus hijos, ¿por qué intro­duce ese elemento del anillo? Esto sencillamente nos deja ver que en la mente del Maestro no existía el concepto moderno de que las joyas son pecaminosas. No sólo le puso un anillo, ¡sino que también le hizo una fiesta, con baile y todo! (v. 25).

¡Cuán equivocados estamos al tratar de juzgar a los personajes bíblicos con base en nuestras propias ideas preconcebidas, prejuiciadas e ignorantes de la verdadera tradición hebrea bíblica!

En Jacobo (Santiago) 2:2-4 se nos presenta un pequeño asomo de la mentalidad de la Congregación Nazarena primitiva. Jacobo no habla contra el varón con anillo de oro que entra a la sinagoga (así es como dice el texto griego, "sinagoga") de los creyentes; él habla contra los que muestran favoritismo al dar los mejores asientos a los hermanos de mejor posición social, en detrimento de los más pobres. Evidentemente eso ocurría en algunas congregaciones, y se muestra con esto que los creyentes en aquel tiempo aceptaban a los hermanos con sus anillos. Algunos argumentan que el varón de este pasaje no es un miembro de la congregación sino un visitante. Pero ¿dónde está la prueba de ello?

Otro dato interesante: En Revelación (Apocalipsis) 1:13 se describe al Mesías glorificado en el cielo con un "cinto de oro" en el pecho. Aquí no se trata de una corona de oro que pudiera interpretarse como necesaria para representar realeza. Esto es un cinto orna­mental de oro que el Mesías lleva puesto. La prueba de que los cintos de oro no son un símbolo de realeza la tenemos en Revelación 15:6. Aquí se describe a los siete ángeles como llevando cintos de oro alrededor del pecho. Así que el cinto de oro no indica realeza, porque esos siete ángeles son más bien agentes de destrucción en este pasaje.


LA NOVIA DEL CORDERO
Finalmente tenemos el pasaje más esclarecedor de todo el “Nuevo Testamento”.
Revelación 21:2. Aquí se describe a la Nueva Jerusa­lem, símbolo de la Comunidad del Mesías, como una Novia ataviada para su marido. Nótese la palabra "ATAVIADA". El que desconoce el uso bíblico de esta palabra pudiera pensar que se refiere al traje de novia. Pero no es así. En la Biblia la palabra "atavío" se refiere a los adornos con que se engalana una persona. Por ejemplo, en Éxodo 33:4 se habla de los israelitas que en ocasiones de luto se quitaban sus atavíos. Obviamente no se refiere a sus ropas sino a sus adornos. Y así se habla de "te atavié con adornos y...brazaletes" (Eze. 16: 11); "pintaste tus ojos, y te ataviaste con adornos" (Eze. 23:40); "aunque te adornes con atavíos de oro" (Jere. 4:30).

De modo que, según la evidencia escritural, se compara a la Ciudad Santa con una novia ataviada, es decir, adornada con sus joyas para la boda; y ésta es símbolo de la Comunidad del Mesías. ¿Por qué Juan compara esa ciudad con una novia? Basta con leer Revelación 21:9-21 para ver la razón: ¡estaba adornada con "toda clase de piedras preciosas!" (V. 19).

Otro argumento que presentan algunos contra toda esta clara evidencia bíblica es este: "La mujer de Apocalipsis 12, que es símbolo de la Iglesia, se presenta sin ningún adorno; mientras que la ramera de Apocalipsis 17, que es símbolo de la religión falsa, se presenta como adornada con joyas”.

Este argumento es erróneo por las siguientes razones: (1) En primer lugar, ya hemos visto que otras mujeres simbólicas de la Congregación se describen como usando joyas (incluso la Nueva Jerusalem, la Esposa del Cordero - Apoc. 21 :9).

Además, el detalle de las joyas de la ramera simbólica se presenta obviamente para indicar que es una mujer rica y no para indicar que es ramera (véase Rev. 18:11-­17).

Si es malo usar joyas porque se presenta a esa ramera con joyas, entonces es malo vestirse de rojo y de púrpura, porque se la presenta vestida con esos colores.

Además, no es verdad que la mujer de Revelación 12 no tenía ningún adorno. Ciertamente tenía una corona de "doce estrellas." Note que no dice "una corona con doce estrellas" sino “una corona de doce estrellas”. Esto, es, una corona formada por las mismas doce estrellas. Eso indica que no se trata aquí de una corona de reina, sino de una corona de novia.

Esta es la misma "diadema de hermosura del remanente" (Isa. 28:5); esta es la "hermosa diadema en la cabeza" de la Novia Israel (Eze. 16: 12); esas estrellas son las "piedras de diadema" con las que se compara a los hijos de YHWH (Zac.9:16).

Esas doce estrellas que forman la corona de la Asamblea de YHWH son las doce tribus de Israel. La mujer de Revelación 12 se representa con una diadema para indicar que es una mujer casada, que va a dar luz legítimamente porque está casada con su marido, y como mujer casada lleva todavía la diadema ornamental del casamiento. Hasta el día de hoy las novias se atavían generalmente con una diadema con brillantes, aunque sea de fantasía.

He conocido a personas religiosas que no usan joyas, y sin embargo están llenas de hipocresía, chismería, egoísmo, crítica, y odio. Sin embargo conozco a otros creyente que usan joyas, y han demostrado estar llenos de sinceridad, compasión, consideración, fe, paciencia, tolerancia, respeto, y todas las gracias que adornan a personas llenas del Espíritu Santo. Yo no tengo dudas en cuanto a cuáles de ellos se podrían clasificar como paganos. Solo es cuestión de poner las cosas en su justa perspectiva.

Lo que YHWH condena obviamente es el exceso. Todo exceso es malo, y esto aplica también al uso de joyas, lo mismo que al uso de la comida. Aun el comer en exceso es malo. Pero uno no puede condenar el comer, sólo porque la glotonería es pecado. Un poco más de sabiduría en nuestras evaluaciones, y un poco más de amor en nuestros juicios, nos evitaría el error de ofender y condenar a quienes el Todopoderoso no condena.

 ¿Cómo debe vestirse una mujer cristiana?
Como vimos en la entrada anterior, Dios no nos ha dejado en oscuridad con respecto al tema de la vestimenta. Él ha hablado y, como siempre, lo que Él dice sobre este asunto es completamente contrario a lo que el mundo dice. Pero si eres creyente, los criterios de Dios revelados en la Palabra de Dios son los que deben amarrar tu conciencia y guiar tus pasos, no la revista Vogue, ni Harper’s Bazar, ni Cosmopolitan, ni GQ para los hombres; sino la infalible, inerrante y todo suficiente Palabra de Dios. “Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso” (Rom. 3:4). ¿Qué nos dice Dios en Su Palabra sobre la vestimenta, qué nos ordena? Pablo dice en 1Tim. 2:9: “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia”.
Lo primero que Pablo reconoce aquí es el deseo legítimo de las mujeres de adornarse. La frase “que se atavíen de ropa decorosa”, puede ser traducida literalmente: “que se adornen con una ropa adornada”.
Las dos palabras que Pablo usa en el texto, y que RV traduce como atavío y decoro, proceden de la misma raíz: kosmos y kosmeo, de dónde proviene nuestra palabra “cosmético”. La palabra kosmos significa “orden, arreglo o sistema”. Lo contrario de kosmos es caos.
De manera que lejos de reprimir ese deseo natural de las mujeres a arreglarse, maquillarse y ponerse joyas que adornen con moderación, Pablo lo pone más bien en perspectiva. “Adórnense, pero como mujeres piadosas, mujeres que le temen a Dios y que desean agradarle a Él y reflejar Su carácter por encima de todas las cosas”.
Una mujer de Dios no debe parecer un caos, sino que debe estar arreglada y en orden. Su arreglo personal debe reflejar al Dios de orden que ella adora. Ahora bien, ese arreglo personal debe poseer dos características fundamentales.
A. La mujer debe vestirse con pudor:
La palabra griega que Pablo usa aquí conlleva tanto la idea de modestia como de humildad. Significa literalmente “sentido de vergüenza”. Una mujer piadosa debería sentirse avergonzada y culpable si por causa de su vestimenta alguien es distraído en su adoración a Dios o llevado a tener pensamientos impuros.
La modestia es todo lo opuesto a la arrogancia y al deseo de llamar la atención. Cuando esta mujer se viste ella está delante de Dios, no delante de los hombres. Por eso la modestia evita el exceso y la sensualidad. Como alguien ha dicho: “el vestido de esta mujer no dice: sexo, orgullo, dinero, sino mas bien pureza, humildad, moderación” (Pollard; pg. 6). Lo que Pablo está diciendo, entonces, es que la ropa de una mujer cristiana debe estar en perfecta consonancia con su profesión de fe. Una mujer que ama a Jesucristo no trata de causar furor con su vestido. Su principal interés es mostrar el carácter de nuestro Dios y Padre en todo cuanto hace y en todo cuanto usa.
Si te vistes para la gloria de Dios, tu vestimenta revelará pureza y castidad. En vez de mostrar las formas de tu cuerpo para provocar a otros, vas a cubrirlo adecuadamente porque no quieres ni pensar que por causa de un capricho tuyo un hombre sea llevado a pecar contra el Dios al que tú dices amar, adorar y servir.
De más está decir que ese no es el pensamiento del mundo en cuanto a este asunto. La industria de la moda no cree que el principal propósito de la ropa sea cubrir el cuerpo, sino más bien atraer las miradas de los hombres sobre ti; pero eso es exactamente a lo que se opone la modestia cristiana.
La mayoría de la moda hoy día es diseñada para provocar una atracción sexual. Se usan telas que se pegan al cuerpo para revelar sus formas, y son cuidadosamente diseñados para resaltar ciertas partes que son cubiertas de tal manera que provoquen el deseo de ver más. En un libro secular sobre la moda titulado “Hombres y mujeres” escrito por Claudia Kidwell y Valerie Steele, dice que “la ropa es especialmente sexy cuando llama la atención al cuerpo desnudo que está debajo”. Por eso mientras más corto y ajustado mejor. Y en eso debemos reconocer con pena que los impíos son más honestos que muchos cristianos. Ellos nos dicen francamente lo que muchos creyentes no se atreven a decir: “Nos vestimos así para provocar, para llamar la atención sobre nuestra figura, para que puedas tener una idea clara de mis formas”. Como decía en un anuncio sobre trajes de baño: “Es glamoroso… es exótico… definitivamente esto no tiene que ver con nadar”. ¡Por supuesto que no tiene que ver con nadar! Esto tiene que ver con la sensualidad y la provocación. Las formas del cuerpo del hombre y de la mujer no son pecaminosas; el cuerpo fue diseñado por un Dios bueno y santo, que luego de hacerlo lo declaró bueno y santo.
Pero el hombre pecó y se corrompió y por esa causa el cuerpo descubierto de una mujer es como un barril de pólvora que pasa en medio de candelabros encendidos. Es por eso que nuestro Señor y Salvador nos advierte con tanta fuerza que tengamos cuidado con lo que ven nuestros ojos:
“Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno” (Mt. 5:27-29). Para el hombre es un problema ver a una mujer vestida en una forma reveladora e insinuante. Si la codicia, dice Cristo, ya adulteró con ella en su corazón; y la mujer que provocó tal pensamiento por llevar una falda demasiado corta, o un pantalón muy ajustado, o una blusa ceñida al pecho que revela claramente sus formas, esa mujer tendrá que darle cuenta a Dios, igual los hombres. Por eso decía Thomas Brooks, que la mujer debe vestirse con el vestido “que le gustaría llevar el día de su muerte… con el que quisiera aparecer delante del Anciano de días… con el que le gustaría presentarse ante El” (cit. por Pollard; pg. 40).
Mírate, mujer creyente, y mira a tus hijas cómo visten usualmente, y pregúntate si pasan esta prueba. ¿Es así cómo te gustaría estar vestida en el día que te presentes delante de Dios para dar cuentas? ¿Es así como te gustaría que tus hijas estén vestidas en aquel solemne día?
Yo no estoy diciendo, ni es lo que Brooks está implicando, que al morir nos presentaremos delante de Dios con la ropa que llevemos puesta. Ese no es el punto. Pero ciertamente nos presentaremos delante de Él y daremos cuenta. ¿Puedes tú responder a Dios por la ropa que usas, por la que tienes puesta en este mismo momento, por la que usaste esta semana? Escucha lo que dice nuestro Señor acerca de aquellos que ponen tropiezo a otros: “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! (Mt. 18:6-7).
Un vestido ajustado que revela claramente las formas del cuerpo, o demasiado corto como para cubrir lo que debe ser cubierto no es algo neutral. Eso es pecaminoso porque violenta la santidad de Dios y la modestia que estamos llamados a exhibir como hijos de Dios. Y que nadie nos acuse de legalistas por decir esto. Urgir a los creyentes a cubrir su cuerpo no es legalismo, porque la modestia es un mandamiento escritural, un mandamiento que muchos parecen estar olvidando. Cada vez se nota menos la diferencia entre nosotros y los paganos que no conocen a Dios.
¿Es tu vestimenta un reflejo de la humildad y castidad que debe caracterizar a un creyente? Cristo nuestro Salvador, derramó Su preciosa sangre en la cruz para comprar tu alma y tu cuerpo, y el Espíritu de Dios ha venido a hacer morada en ti. ¿Sabes qué debes hacer ahora a la luz de esa realidad? Dedicarte en cuerpo y alma a perseguir la gloria de Dios en todas las áreas de tu vida.
Dice Pablo en 1Cor. 6:19-20: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.
¿Te vistes como es apropiado vestir al templo del Espíritu Santo? ¿Es tu vestido un reflejo claro del carácter santo y puro de Dios?
Pero la mujer no solo debe vestirse con pudor, sino también, en segundo lugar…
B. La mujer debe vestirse con buen juicio:
Ese es el significado de la palabra que RV traduce como “modestia” en 1Tim. 2:9. También podemos traducirla como “auto control”, “sentido común” o “pureza mental”.
Se trata de una mujer juiciosa que no se deja llevar por sus impulsos. Cuando se viste lo hace en una forma discreta y apropiada: apropiada para su edad, para su situación económica y para su época.
En cuanto a esto último dice Richard Baxter: “Es siempre legítimo seguir la moda sobria de la gente sobria; pero no es legítimo seguir la moda vana, inmodesta y enfermiza de los rebeldes, desenfrenados, orgullosos y disolutos” (Christian Directory; pg. 393). Así que debemos vestirnos con pudor y buen juicio. Y digo “debemos” porque aunque Pablo se está refiriendo en este texto a las mujeres de manera particular, el espíritu general de la Escritura nos permite aplicar estos principios a los hombres también. Que Dios nos ayude a glorificarle en todo cuanto hacemos, incluyendo la forma como nos vestimos. Nuestra vestimenta dice mucho de la realidad de nuestro corazón.

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